Cuando somos pequeños, carecemos de libertad. Nuestros padres deciden lo que hacemos y sin embargo, en la mayor parte de los casos, estamos cuidamos y protegidos. No tenemos miedo a lo que pueda pasar, porque nuestros padres filtran la incertidumbre. Si no sabemos que va a ocurrir con alguna cosa decimos: “Mamá ¿qué va a pasar?” “¿Papá que pasa cuando….?”, y obtenemos la respuesta.
La adolescencia es una etapa en la que queremos distinguirnos y afirmar nuestra personalidad. Buscamos separarnos pero no dejamos de temer la incertidumbre y por eso buscamos un grupo de referencia, un conjunto de iguales ( o cuasi iguales) que nos sirva de amparo. Tratando de separarnos de la mayoría nos parecemos a los amigos cercanos de manera asombrosa.
Pero después nos cansamos de los grupos establecidos, y caminamos solos. Aún así seguimos teniendo un miedo atroz a la incertidumbre y al error, a la posibilidad de estar equivocados. Y por eso buscamos respuestas, un gurú, alguien que nos diga las cosas.
En el fondo sabemos que todo el mundo se puede equivocar, pero la equivocación de otro no es tu equivocación, no es tu responsabilidad, es solo algo de lo que no eres culpable. Siempre te puedes volver a quien te dijo lo que tenías que hacer y decirle: “es tu culpa, estabas equivocado”. Y buscar un nuevo consejero que te libre de mirar adelante.
Todos queremos una especie de mago que nos diga lo que ocurrirá, un Gandalf que mire el camino y nos indique que tenemos que hacer. Por eso la mayor parte de las mujeres no soportan un hombre indeciso. Por eso la mayor parte de los hombres buscan una mujer que sepa guiarles.
Pero nadie conoce el futuro. Nadie puede cambiar la realidad de como son las cosas. Inciertas y azarosas. Impredecibles. Solo puedes hacer dos cosas, buscar a alguien que te prometa que todo estará bien, o aceptar la incertidumbre y acostumbrarte a vivir sin saber que ocurrirá, libre y frágil, sin miedo y sin redes imaginarias.
Quizás tenemos que madurar.
Y sí conocemos el futuro, es el deterioro físico y mental; depende de cómo llegues al último escalón, eso es cosa tuya (si has madurado).
Una sociedad o unas personas que no maduren, siempre precisarán ser tuteladas, el problema surge cuando el tutor es malvado.
Un saludo
Y si el tutor es malvado querrán una sociedad y una persona que no maduren. ¿No crees ÁValon?
Totalmente de acuerdo, estoy convencido que trabajan en ello.
Es obligación el ayudar a la “maduración” al menos.
Yo pienso que un error,antes de ser error, fue primero la mejor opción o decisión tomada en un momento dado y ante una circunstancia dada.Eso es lo que te dirá siempre la persona que más te apoye,mejor te entienda,más te respete y más te valore.
Yo no creo que se trate de que alguien te diga siempre por dónde ir o de que alguien no sepa nunca aconsejarte si por aquí o por allí.
Si no actuamos por miedo a equivocarnos,nunca sabremos si algo habría sido un error o un acierto, y lo que es peor: siempre tendremos la duda.