Rabietas de los niños de 2 años. Cómo evitarlas

Cuando un niño llega a la edad de dos años, es muy frecuente que tenga rabietas.

Rabieta de los niños de dos años
Foto: en Flickr por Bethany King

¿Cuál es el origen de las rabietas de los niños de 2 años?

Hay que distinguir cuando se trata de que el niño necesita algo ( como beber agua o evitar un miedo) y cuando se trata de un mero capricho.

Si el niño sabe hablar, es fácil saber la causa. Si no sabe hablar, podemos hacer una comprobación básica de lo pudiera necesitar el niño. Si después de comprobar que no quiere beber, que no hay que cambiarle el pañal y que  no tiene hambre, sigue llorando, es muy probable que se trate de un capricho.

En todo caso, los padres y las madres normalmente sabemos cuándo se trata de un capricho. El problema es como hacer frente a esa situación.

Rabietas por caprichos:

Los expertos aconsejan aplicar las siguientes reglas sencillas para las rabietas por caprichos.

1.Dejar que el niño llore todo el rato que sea necesario hasta que se tranquilice, ignorándolo mientras no deje de llorar.

Es importante no ceder mientras esté llorando, porque si no, el niño sacaría la conclusión de que la rabieta es el mejor método para conseguir sus objetivos.

2. Una vez que haya acabado de llorar, acercarnos a él con calma y decirle que todo está bien.

3. Perdonar al niño y olvidar.

No hay que recordarle que lo ha hecho mal.

4.Dar un refuerzo positivo, diciéndole que estamos seguros de que la siguiente vez lo van a hacer mucho mejor.

5. Es importante que en todos los pasos, ambos padres actúen en armonía.

Si el niño detecta alguna brecha en la unión de los padres, y que uno de ellos es más blando que el otro, es muy fácil que lo aproveche.

Espero que con todos estos consejos, las rabietas de los niños de dos años se te hagan mucho más llevaderas.

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6 comentarios en «Rabietas de los niños de 2 años. Cómo evitarlas»

  1. Siento no estar de acuerdo contigo en esta ocasión, Iván. Yo pienso que nadie pide lo que no necesita, y los niños, menos que nadie. Los pedidos de los niños genuinos. Tal vez lo que ellos (nosotros en nuestro día cuando lo fuimos) no saben a veces es qué es lo que quieren realmente, y entonces piden más tele, golosinas, acostarse más tarde, un móvil de última generación… (según la edad del niño). Pero lo que están pidiendo en definitiva es más mirada, atención y cariño. Más amor. Lo demás, son pedidos desplazados.

    Si un niño, como tú bien dices, está limpio, no le duele nada, no tiene hambre, está acompañado… Es decir, si sus necesidades básicas y de superveviencia están cubiertas y como adultos hemos sabido asegurarnos de que así es, lo que el niño pide es más profundo, y a menudo es una proyección de lo que su mamá pidió en su infancia y no se le concedió. Así el niño se convierte en sabio reflector de nuestra sombra, especialmente de la de su madre. Pero si nosotros miramos el pedido desplazado, jamás nos daremos cuenta del mensaje real y ese niño crecerá sin entender tampoco lo que le pasa.

    No hay nada que perdonarle a los niños, ni darle refuerzos positivos de ningún tipo. A los niños hay que quererlos, siempre y mucho. ¿Somos capaces los adultos? Ahí está la complejidad, que a menudo nos quema la necesidad tan grande de presencia continua y de amor que requiere la cría humana, entre otras cosas porque nosotros la sentimos y no quedó cubierta. Así que la demanda del niño nos trae la nuestra propia. Y eso duele mucho y puede resultar insoportable.

    Todo niño permanece feliz y pleno cuando tiene a un adulto amoroso y entregado a su lado.

    Gracias por darme pie a compartir esta reflexión, Iván, a raíz de la tuya.

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    • Gracias por tu reflexión. Es hermosa, aunque no estoy de acuerdo del todo. A veces también se puede caer en idealizar el comportamiento de los niños como si todo estuviera perfectamente justificado. Supongo que quizá la verdad está en algún punto intermedio.
      En todo caso muchas gracias por tu aportación. No quiero tener razón siempre, sino promover la discusión y el pensamiento.
      Un abrazo Gloria.

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  2. Sabes, a mí me parece cruel dejarles llorar hasta que se tranquilicen sin hacer caso. Evidentemente, es importante que entiendan que la rabieta no es el método para obtener lo que desean, pero hay modos más cálidos de solventar la situación.
    Cuando me las he tenido que ver con rabietas injustificadas (que pueden tener su origen en vete a saber dónde), he preferido acercarme al pequeño y hacerle ver que así, a gritos, entre mocos, llanto y respiración interrumpida, no consigo entender lo que le ocurre. Le he invitado a que llore y se desahogue tanto como necesite, si se siente tan disgustado, asegurándole que en cuanto estuviera tranquilo yo estaría disponible para hablar de lo que le haya ocurrido. Después me he marchado, dejándole claro que es por respeto a la intimidad de su desahogo.
    De este modo los niños no se sienten ignorados en sus sentimientos, algo que haría que acumularan más rabia todavía. Te aseguro que funciona. Realmente se esfuerzan en dejar de llorar de inmediato. Y tu rol asciende desde simple autoridad a respetar hacia alguien de confianza a quien le importa lo que le ocurra.

    A veces no es solo cuestión de aplicar un método, sino también de usar la forma adecuada, escogiendo siempre la más amigable.

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    • Anca, eso quizá esté bien para niños mayores. Pero con un niño de dos años ( como cumplió el mío el domingo) el razonamiento es absolutamente imposible. No tiene el manejo del lenguaje para entender esas sutilezas. Al menos el mío, igual hay otros que están más avanzados y son capaces de mantener una conversación como la que propones, aunque me parece poco probable.
      Estoy de acuerdo en la idea de mostrarse disponible para ellos, pero hay que tener en cuenta la edad y la comprensión del niño.

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