La tormenta de pensamientos.
No es ninguna novedad que la mente parece muchas veces nuestro peor enemigo. Un solo contratiempo y es como si todo empezará a girar y moverse. De pronto todo lo que parecía un camino de piedra se convierte en un mar con olas que suben y bajan.
Los pensamientos son como las famosas ondas en un estanque. No solamente producen ellos mismos un movimiento, sino que hacen más posibles movimientos posteriores. Un pensamiento lleva a otro, hasta que se desata una tormenta en medio de la cuál parece que podemos perder la cordura.
¿Qué hacer en los momentos de tormenta?
Ya sabrás, si me has leído otras veces, que soy muy partidario de la meditación. Sin embargo, yo no soy capaz de conseguir meditar cuando mi mente está alterada. La meditación es para mí más una manera de prevenir la tormenta, que de responder a ella cuando ya está totalmente desencadenada. Por eso hay que buscar otro camino.
Y para mí el mejor camino en esos momentos es hacerme un paraguas de papel. Agarrarme al papel como un naúfrago se agarraría a una tabla que apareciera en mitad del mar.
Toma tu pensamiento, cógelo al vuelo, como si tuvieras unas pinzas y deposítalo en el papel. Ahí es inofensivo. No puede morderte ni torturarte. Examínalo. Analizalo. Comprueba sus mentiras.
Y si viene otro haz exactamente lo mismo. Vete poco a poco desactivándolos. Dejándolos sin fuerza y sin alma. Que el papel sea su tumba y tu descanso.