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La oración de la serenidad
“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia ”.
Posiblemente hayas leído o escuchado alguna vez esa frase. Es la llamada oración de la serenidad
La oración se atribuye a Reinhold Niebhur, teólogo público, ético y profesor del Union Theological Seminary..
Esa oración se ha popularizado como oración central en Alcohólicos Anónimos, convirtiéndose en una de las oraciones más conocidas en el mundo por la gran cantidad de conocimientos que contiene en muy pocas palabras.
Por desgracia es más fácil de repetir que de aplicar. Y si el valor es complicado de conseguir y la sabiduría difícil de alcanzar, quizá nada es tan complicado como la aceptación.
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Qué no es la aceptación
Lo primero que hemos de dejar claro es qué NO es la aceptación.
La aceptación no es evitación.
Evitar es como esconder la suciedad debajo de la alfombra. En un primer momento te puede dejar satisfecho pero será por muy poco tiempo. La suciedad oculta te acabará dañando..
Si constantemente tratas de evitar algún pensamiento, es una señal clara de que necesitas aceptarlo.
La aceptación y la resignación
Aquí la distinción es más complicada. Hay una parte en la que aceptación y resignación coinciden. Y una parte en la que se diferencian.
Resignarse es abandonar una lucha y sentirse triste.
Aceptar es abandonar una lucha y no sentirse triste.
La resignación es solo la mitad del trabajo. Si te has resignado a algo, has empezado el camino pero no lo has llegado a terminar.
¿Por qué es necesaria la aceptación?
Ajahn Chah dijo: “Si dejas ir un poco, obtendrás un poco de paz. Si dejas ir mucho, obtendrás mucha paz”.
Si no aceptamos cómo son las cosas, generamos resistencia a la realidad. Para Eckhart Tolle la resistencia a la realidad es el origen de todo dolor.
De hecho se podría decir que el dolor emocional es precisamente la resistencia contra lo que no podemos cambiar. Cuando aceptamos algo, ya no puede hacernos daño, pero si no lo aceptamos nos seguirá hiriendo.
Es importante sin embargo distinguir. El problema es resistirnos a lo que ya no puede cambiarse.
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Antes de aceptar: intentar cambiar
Hay ocasiones en que es muy evidente que no podemos cambiar algo. Si no tenemos la altura que nos gustaría, si tenemos más edad de la que queremos, si una persona que amamos ha muerto.
Sin embargo hay otras muchas veces en las que no es tan fácil saber si podemos cambiar algo. Por ejemplo una ruptura de pareja, que nuestro negocio no funciona, que no vamos a ser futbolistas de primera división.
Es muy frecuente en el mundo actual la repetición de frases de motivación como “no abandones nunca”, “jamás te des por vencido”. Pueden ser útiles, porque todos tendemos a abandonar demasiado pronto, pero en otras ocasiones pueden inducir a seguir luchando eternamente guerras que están totalmente perdidas.
La cuestión no es abandonar o no abandonar, sino cuándo hacerlo. Hay que abandonar cuando la creencia en conseguir tu objetivo no justifica el esfuerzo de seguir luchando.
Una cosa es que creas en ti mismo, y otra muy diferente que cuando ya no crees en tus posibilidades, sigas embarcado en una lucha sin esperanza.
Cuando sabes en tu fuero interno que ya no hay nada que hacer, es cuando tienes que aceptar.
¿Qué es aceptar?
Aceptar es reconocer que las cosas son como son y dejar de luchar por cambiar las cosas que no podemos cambiar. Pero a la vez implica el esfuerzo de plantearse lo que sí se puede cambiar en el futuro o de encontrar otra manera de ver lo que no puede cambiarse de ninguna forma.
La primera parte, el reconocimiento, implica la asunción de que eso que tenemos que aceptar pertenece a las cosas que no están en nuestra mano.
La segunda parte, el plan, implica el buscar la manera de hacer nuestra vida mejor en adelante.
Puedes verlo como si estuvieras en la orilla de Francia y vieras que Inglaterra está separada por el Canal de la Mancha y no puedes llegar en coche. ¿Qué sentido tiene quejarse de que hay mar entre Inglaterra y Francia? Es necesario reconocer que es así, y luego pensar en qué puedes hacer para superar esa situación: coger un avión, ir en barco, subirte a un zeppelin (ojalá fuera posible, pero ya me entiendes)
El reconocimiento
Todos sabemos que hay cosas que dependen de nosotros ( al menos en parte) y cosas que no dependen de nosotros. Sabemos que no podemos cambiar cuándo anochece, pero si podemos hacer esfuerzos para escribir un libro. Sabemos que no podemos evitar que nos caiga un rayo, pero sí podemos comer sano.
El reconocimiento supone incluir lo que queremos aceptar en la categoría de las cosas que no podemos cambiar.
El plan
Una vez que hemos reconocido que no podemos hacer nada sobre algo, hemos de centrarnos en lo que sí podemos hacer.
¿Podemos tomar alguna medida que consiga un resultado parecido?
¿Podemos aprovecharnos de las ventajas, aunque sean pocas, de lo que no podemos cambiar? Casi siempre hay cosas positivas que se derivan de algo malo. Recuerda lo de “buena suerte, mala suerte”. Nunca se sabe si algo que hoy parece negativo, no acabará siendo muy positivo. Igual ahora no te han contratado para un trabajo que te parece ideal, pero eso te dejará libre para optar a un puesto que será aun mejor.
¿Podemos reinterpretar la situación para enfocarlo de forma más positiva?
Cuando tengas un plan en positivo, te sentirás mejor.
cómo aceptar
Vale, ya te he convencido de que tienes que aceptar las cosas, pero la cuestión es ¿Cómo puedes hacerlo?
1. Sé consciente de que no puedes cambiarlo. Intentar cambiar lo que no puede cambiarse es como darse cabezazos contra una pared de piedra. No sirve para nada. Lo has intentado, te has dejado la cabeza muy dolorida, y no ha servido de nada. Es hora de cambiar de estrategia. ¿Qué hace un río cuando no puede pasar por un lugar? ¿se para y se queda eternamente intentando ir por ese lugar? No, cambia de ruta para seguir fluyendo.
Es un tema muy frecuente en las películas y en los cuentos. Alguien trata de cambiar el pasado. Ocurre con Orfeo cuando tras la muerte de su querida Eurícide baja al Hades para conseguir rescatarla tañiendo su lira. Consigue sacarla de allí, pero si mira atrás, la perderá para siempre. En un momento dado, Orfeo mira para atrás y Eurícide vuelve al Hades. Esas historias tratan de explicarnos una gran verdad del universo: Hay cosas que no se pueden cambiar.
Como dijo Victor Frankl “Cuando no podemos cambiar una situación, nos enfrentamos al reto de cambiarnos a nosotros mismos.”
2. Perdónate si es necesario. A veces no tienes culpa de lo que te cuesta aceptar, pero en otras ocasiones sí. Perdónate., todos nos equivocamos. Desde el futuro es muy fácil ver las cosas, desde el pasado no es tan sencillo. Sea lo que sea lo que hayas hecho, no puedes cambiarlo.
3. Examina tus sentimientos.
Lo primero que tienes que hacer es examinar lo que sientes. Trata de ser lo más exacto posible. Puedes estar enfadado, triste, ansioso, rabioso. Sea lo que sea examínalo con detenimiento. Hay dos fromas de hacer esto.
La primera es a través de la meditación. Pon toda tu atención en tu cuerpo, examinando todas tus emociones y tus sensaciones. Contemplalas sin juzgar, tomando nota de ellas según se presenten.
La segunda es mediante un diario. Recoge la situación que estás tratando de aceptar y escribe “esto me hace sentir X”.
4. Controla tus pensamientos.
Sé consciente de tus pensamientos, pero no te dejes llevar por ellos y no creas que tienen que ser exactos.
Trata de hacer expresar claramente tus pensamientos y hacerles frente.
Pregúnate ¿ Tiene que ser verdad este pensamiento? ¿qué otro pensamiento podría ser más cierto o igualmente cierto? ¿qué pensamiento me podría ayudar más?
Es importante ser consciente de sobreestimamos el efecto que cualquier situación tiene sobre nuestra felicidad, Nuestra felicidad en el día a día no depende normalmente de las grandes cosas, sino de cosas pequeñas que van surgiendo en el momento. Pero cuando toda nuestra atención está centrada en algo, pensamos que como demostró un estudio realizado en el Imperial College de Londres. Estos psicólogos dieron dinero a un grupo de personas para que lo invirtieran y les pidieron que estimaran cómo se sentirían en caso de que ganaran o perdieran. También reclutaron a un grupo de estudiantes que estaban a punto de enfrentarse a un examen y les preguntaron cuán felices o tristes se sentirían según la calificación obtenida
4. Edita tu historia.
Los pensamientos se unen para formar una historia, una forma de mirarte a ti mismo. Si vas cambiando tus pensamientos, tu historia irá cambiando. Cuanto más positiva sea tu historia, más fácil es que te sientas bien.
5. Agradece el reto.
Para crecer espiritualmente conviene ver la situación que quieres aceptar no como una condena sino como un reto.
A algunos les gusta la idea de que “todo ocurre por algo”. A mí no me gusta porque implica una justicia que no existe en el mundo. Prefiero pensar: ” todo lo que ocurre me hace más fuerte”.
Se trata de cambiar la pregunta de ¿por qué me ha ocurrido esto? por la pregunta de “¿qué voy a aprender de esto?
La situación que has vivido es un maestro. Posiblemente un maestro duro, pero los maestros duros son los que mejor te enseñan.
6. Prepárate para el futuro.
Estás dejando atrás el pasado. Eso es doloroso, pero a la vez abre tu vida a la posibilidad de infinitos futuros maravillosos. Trata de buscar las posibilidades que se presentan ante ti y que tu ceguera con el pasado te ha impedido ver.
Algunas posibilidades interesantes pueden ser estas:
– Liberarte del pasado deja espacio para nuevos retos.
– La posibilidad de reflexionar sobre las cosas que te importan.
– Superar la situación que has vivido te convierte en una persona más fuerte y con más resistencia a la adversidad.
Traza un plan de cosas que quieres conseguir. Márcate nuevas metas. Centra tu atención en el futuro.
Recomendaciones
Uno de las técnicas más sobresalientes para aprender a aceptar es la Terapia de Aceptación y Compromiso. Para profundizar sobre este tema, quizá el libro más recomendable es el de Stephen Hayek: Una mente liberada
Hola. Me ha encantado la publicación y me ayuda infinitamente para continuar luchado cuando me faltan las ganas. 1 millón de gracias a su autor.
Muchísimas gracias, no sabes lo que me anima como bloguero saber que lo que escribo puede ser de ayuda para alguien.