Julio César y el éxito ajeno
El autor romano Suetonio, cuenta la siguiente anécdota de Julio César.
“Durante su cuestura, logró la España Ulterior, donde, al recorrer las asambleas de esta provincia, para administrar justicia por delegación del pretor, al llegar a Cádiz, viendo cerca de un templo de Hércules la estatua de Alejandro Magno, suspiró profundamente como lamentando su inacción; y censurando no haber realizado todavía nada digno a la misma edad en que Alejandro ya había conquistado el mundo, dimitió en seguida su cargo para regresar a Roma y aguardar en ella la oportunidad de grandes acontecimientos”. (Suetonio, “Vida de Julio César”, VII).
No tengo duda de que en ese momento en que se puso a llorar Julio César envidiaba el éxito de Alejandro. ¿Cómo es posible tener ambición, desear ser el mejor general de la historia y no envidiar a quien a los 27 años había derrotado al fabuloso imperio persa y estaba en la lejana Afganistán haciendo su Imperio el más extenso jamás conocido?.
Es imposible que César, deseando ser un gran general, no comparara su presente con el de Alejandro Magno y no se sintiera intimidado por el éxito del macedonio.
Sin embargo César no era un hombre cualquiera. Podría haberse quedado en Hispania lamentando su suerte. Podría haber pensado que Alejandro había tenido la suerte de ser hijo del Rey Filipo de Macedonía, que había tenido la suerte de dirigir unas falanges que los enemigos no habían sabido derrotar, o podría haber pensado que Alejandro era un genio único y que nadie podría repetir lo que él había hecho.
Pero César no hizo eso. No se sentó a lamentarse. No se convirtió en un mero envidioso del éxito de Alejandro, ni se convirtió solo en un admirador más del genio macedonio. César decidió usar el éxito de Alejandro como motor de su propio éxito.
En el año 59 A.C cuando tenía por tanto 41 años César fue nombrado Cónsul de Roma. Cuando contaba con 51 años César pasó el Rubicón y después de una guerra civil de más de tres años se convirtió en el líder indiscutible de Roma. Para muchos es uno de los mejores generales de la historia.
El éxito ajeno nos abre el camino
En ocasiones cuando una persona es ambiciosa, puede tener el peligro de interpretar el éxito ajeno como un peligro para el éxito propio. El hecho de que otra persona triunfe te hace a ti un poco menos exitoso.
Esa interpretación es una interpretación basada en la mentalidad de la escasez, en la lucha por los recursos, en un pasado evolutivo oscuro y remoto, en el que si alguien tomaba un recurso, ese recurso dejaba de estar disponible para ti.
El mundo ya no es así, el mundo está lleno de oportunidades. El éxito ajeno no es una limitación de tus posibilidades, al contrario, es la apertura de un camino.
¿Cómo conseguir interpretar el éxito ajeno como un camino que se abre?
Interpretar así el éxito ajeno nos facilitará mucho la vida. Sin embargo hemos de vencer la inercia habitual que nos lleva a interpretarlo como una amenaza para nosotros. ¿Cómo cambiar la mentalidad?.
Recuerda que en el mundo actual hay miles de maneras de llegar al éxito. El número de millonarios crece cada día. ¿Por qué no vas a ser tú uno de ellos?.
Es fundamental que confíes en ti mismo y que te des cuenta de que cualquier cosa que otra persona ha conseguido la puedes conseguir tú. ¿Cualquier cosa? Bueno supongo que hay excepciones, si yo soy un hombre no puedo ser Miss España, y si mides 1,50 es muy poco probable que juegues en la NBA. Pero salvo casos extremos, todas las demás cosas que consigue una persona las puede conseguir otra.
Mira a la persona con éxito como un guía. Un pionero que ha abierto el camino y que puede ayudarte a llegar más lejos.
No creas en el genio. Cree en el esfuerzo. En las biografías quedan muy bonitos los rasgos de carácter que definen el éxito de las personas, e incluso las casualidades. Pero el olor del éxito no es el olor del genio, ni el olor de la inteligencia. El éxito huele a sudor.
No mires las cosas que has hecho mal. Todos nos hemos equivocado en el pasado. El pasado no lo puedes cambiar, pero puedes decidir si usar el pasado como un obstáculo para tu crecimiento o el pasado como una plataforma de cambio.
Piensa que nunca es tarde para luchar por lo que quieres. Acuérdate de Julio César. Tengas la edad que tengas puedes triunfar. Acuérdate del general Sanders, que fundó KFC con más de 60 años.
John C. Maxwell: «Nuestras posibilidades están por delante, tengamos 8, 18, 48 u 80 años. Todavía hay margen para mejorar”.
— Ivan Entusiasmado (@Entusiasmadocom) November 16, 2013
Estoy de acuerdo, muy buen artículo.
Un saludo
Muchas gracias Ávalon.
Siempre estamos a tiempo de luchar.
Menos lamentaciones y más mover el trasero!!!! 🙂
Todo lo que merece la pena tiene detrás un gran esfuerzo.
Buena filosofía: si tú puedes…yo puedo!!
Un saludo,
como siempre, muy interesante.
Muchas gracias Isara.
Muchas gracias Isara. El camino de otros nos puede servir de inspiración.
pues a caminar se ha dicho!!!
Eso es Mario, sin excusas.