La hipótesis de la felicidad

Siempre se ha dicho que terminamos adaptándonos a todas las cosas. Y suele ser verdad. Hay un famoso estudio según el cuál, aunque la felicidad aumenta o disminuye en función de las circunstancias externas, al final vuelve a la media.

Los ganadores de la lotería son más felices durante un tiempo tras ganarla, pero poco después vuelven al nivel de felicidad que tenían antes. Y las personas que se quedan paralíticas, aunque durante unos meses se sienten peor que antes, después vuelven a la felicidad que tenían.

Sin embargo, según Jonathan Haidt, hay cosas a las que no podemos adaptarnos. Esta es la base de la hipótesis de la felicidad. 

La hipótesis de la felicidad

Las relaciones sociales y la hipótesis de la felicidad

Uno de los factores más relevantes para nuestra felicidad es el de nuestras relaciones sociales. Su número e intensidad son fundamentales para nuestra felicidad. La gente que tiene un gran número de amigos o está en un matrimonio feliz declara unos mayores niveles de felicidad.

Hacer lo que sabemos hacer

También es importante dedicarnos a cosas en las que somos buenos, porque nos sentimos mejor si sentimos que somos capaces en lo que hacemos.

También somos más felices (obviamente) si hacemos cosas que nos gustan.

Los traumas y el crecimiento personal

Muchas veces escuchamos que la gente que pasa por experiencias traumáticas suele crecer como consecuencia de ello. Haidt admite que es cierto, pero con matices.

En el caso de los niños, las experiencias traumáticas no suelen producir crecimiento y se ven muy afectados. Los adultos de más de treinta años tampoco obtienen beneficios. Son los jóvenes los que pueden experimentar crecimiento como consecuencia de las experiencias traumáticas.

¿Por qué las experiencias traumáticas pueden llegar a producir beneficios? Para Haydn el motivo es doble.

  • Por un lado el aumento de la confianza en uno mismo. Sobrevivir a una experiencia muy dura y salir adelante hace que tengamos más confianza en nuestras capacidades.
  • Por otro lado esas experiencias traumáticas nos permiten reflexionar sobre el concepto que tenemos de nosotros mismos.

El concepto que tenemos de nosotros mismos está a veces muy alejado de la realidad. Cuanto más alejado, menor es nuestra felicidad. Las experiencias duras nos hacen reflexionar y acercan nuestro concepto teórico a la realidad, haciéndonos más felices.

 

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