¿Cuántas veces has hecho algo y has sentido que tu mente no te acompañaba? ¿Cuántas veces has empezado algo y has sentido que tu mente se iba a dar una vuelta como un perro desobediente que se escapa cuando le abres la puerta de casa?
Seguro que muchas veces has deseado tener más concentración.
Pero para concentrarse no vale con repetirte muchas veces que quieres concentrarte. Es necesario entrenar la mente como entrenarías a un perro. Enseñarle a tu mente que no puede salir corriendo cada vez que pasa un coche rojo, sino que tiene que seguir a tu lado. Y como a un animal, no le puedes enseñar eso con palabras, se lo tienes que grabar mediante la repetición.
Pensamiento lateral, pensamiento delantero y pensamiento trasero
Mantener la concentración es como conducir un coche. Tienes que tener cuidado con lo que tienes delante, con lo que tienes a los lados y con lo que tienes detrás.
Cada vez que quieres concentrarte en algo, tienes tres tipos de peligros:
- Los pensamientos laterales. Son aquellas cosas diferentes a la tarea que estás haciendo y que llaman tu atención. Pensar en “Narcos” mientras estás haciendo la cena, pensar en comer mientras estás volviendo en el coche del trabajo, o pensar en la llamada que tienes que hacer mientras estás escribiendo una entrada.
- Los pensamientos traseros. Estos son los pensamientos de tu pasado que te tratan de distraer. Lo mal que lo hiciste en la última clase de conducir, lo bien que has quedado con tus amigos al contar tu viaje a Japón. Cualquier cosa del pasado.
- Los pensamientos delanteros. Las cosas que te preocupan o que hacen que te relamas imaginándolas. El miedo a no tener tiempo a preparar el informe de Martínez, las ganas de ver a la persona que te gusta.
Son tres tipos de distracciones, pero su efecto es siempre el mismo. Te sacan de tu ahora.
Spotlight
Tu atención consciente es como la luz (spotlight) que sigue al protagonista de un monólogo en un teatro. Solo puede estar en un lugar a la vez.
Las distracciones son como personas que te tuvieran atado con cuerdas y que tratan de tirar de ti para sacarte de la luz. Si dejas que tiren de ti, dejarás de estar atento y caerás en las tinieblas de la dispersión.
La mente en el paso que estás dando ahora
Hagas lo que hagas, pon tu mente en ello.
¿Cómo?
1. Ten la intención de fijar tu mente solo en una acción determinada por un tiempo determinado. Determina cuál será esa acción y el tiempo que vas a estar concentrado en ella. La concentración constante y permanente quizá ( no lo sé) sea posible para monjes tibetanos, pero no lo es para gente corriente.
Antes de empezar piensa en el resultado, pero una vez que empiezas, olvídate del resultado y concentrate en la acción.
La acción conviene que sea lo más específica posible. Un paso determinado. Si escribes, céntrate en escribir. Si corriges, céntrate en corregir. Si decides lavar los platos primero, concéntrate en lavar los platos y no en secarlos.
Usa algún tipo de elemento que te recuerde tu compromiso de concentración. Puede ser un objeto que represente la concentración ( por ejemplo una campanita) un dibujo, o una frase que repitas varias veces.
2. Establece el entorno perfecto para la concentración. Eso significa tener todo lo que necesitas ( agua, bolígrafos, el cargador del ordenador o cualquier otra cosa necesaria) y eliminar todo lo que te distrae y no necesitas ( móvil, una revista de coches o lo que sea)
3. Cada vez que la atención se salga de la zona, llévala de vuelta allí. No te desesperes si tienes que arrastrar tu atención hacia la tarea muchas veces. Piensa en positivo: cada vez que la recuperas, estás fortaleciendo tu atención y haciendo más fácil la concentración en el futuro.