Deja tu trabajo, viaja, salta desde un avión, vete de fiesta, folla, y viaja sí, pero más lejos que nadie, donde ninguno de tus amigos haya ido, pasa un fin de semana de vinoterapia, una experiencia para contar al volver al trabajo, adopta un gato, tuitea algo sobre la guerra de Siria, demuestra lo mucho que te importan las guerras, sé diferente, no, no comas carne, corre como un loco, siéntete poderoso al correr, mira por encima del hombro a los que están tumbados en el sofá, no seas como los demás, deja que ellos estén encadenados a una empresa, tú eres mucho mejor que eso, demuestra con fotos que eres más guapo, que te lo pasas mejor, que tu vida es una vida maravillosa.
El mundo de hoy está minado de consejos. Un paso en falso y un consejo gratuito te explotará en la cara. Digo gratuito, pero no lo es, porque nada cuesta más caro que seguir un consejo gratuito y malintencionado.
Y te gusta escuchar los consejos. Porque te hace sentir bien. Te hacen sentir que tú no tienes la culpa de nada, que tu vida podría mejorar con simplemente chasquear los dedos sí, pero chasquearlos de la manera correcta.
Y te gusta sobre todo porque te impide pensar en lo realmente importante: que te estás muriendo, que cada día estás un poco más muerto. Y sí, puedes ser joven o mayor, da igual. Si no vas a vivir para siempre, no importa que te quede un año o cien.
Tienes miedo. Es normal. Yo también lo tengo. Cada día estamos más cerca de una tumba en la que nos olvidarán para siempre.
No, no podemos esperar más. Ni tú ni yo. No podemos seguir así, mirando para otro lado, escondiendo la cabeza y el pecho y el alma y haciendo como si el problema no existiera, como si pudiéramos estar sentados en esta habitación sin hablar del elefante, del hipopótamo, del dinosaurio que tenemos delante y que hace que todos los demás temas sean temas secundarios.
La pregunta es por qué. Pero no por qué la vida es así, por qué vamos a morir. Estaría bien saberlo. Pero no soy tan idiota de creer que voy a descubrir el sentido de LA vida en esta entrada. O quizá sí soy tan idiota, pero me he dado tantos golpes con la pared que he renunciado a eso de momento.
La pregunta es por qué, pero no el por qué general, el por qué del planeta. Cómo voy a responder eso si ni siquiera sé mi porqué. Ese es el que me interesa ahora: el sentido de MI vida. Cambias un pronombre, dos letras, y al final estás ignorando el universo y mirándote el ombligo. Pero ¿cómo vas a cambiar el universo si eres incapaz de ver tu ombligo?
La pregunta es por qué
¿Por qué haces las cosas? ¿por qué te levantas cada mañana?
¿Porque suena el despertador? ¿Verdad? ¿Te das cuenta de lo triste que es eso?
Lo plantearé de otra manera ¿qué es podría hacer que te levantaras cada mañana, como un niño en la mañana de reyes, como un veraneante en un resort de lujo?
No, no voy a decirte que dejes tu trabajo y tu familia, tu perro y tu piso, como si fuera un Jesucristo de Aliexpress que te pide abandonar tus redes y tu barca. No, puedes echar las redes, puedes seguir en tu casa, el dónde no importa porque es un mero decorado. No necesitas ir al Tíbet para descubrirte a ti mismo.
Lo que has de cambiar es lo que te mueve. Lo que has de conseguir es algo que te mueva. No importan tanto lo que sea, como el que sea algo que te entusiasme, que te empuje tan fuerte que te dé una razón para vivir.
Piensa. Recuerda tu vida. Piensa. Bucea en tus obsesiones. Piensa. No hay mayor rebeldía que pensar por ti mismo. La raíz de todo conocimiento está en conocerte a ti mismo.
Cuando descubras tu porqué, piensa en cómo vas a realizarlo. Sabiendo tu destino, es el momento de buscar el camino. Después del porqué el cómo.
Entonces planteate si tienes que dejar tu trabajo, si no pintas nada viviendo en tu ciudad, si te quieres ir a vivir a la India o quieres montar un bar ecológico en el cabo de Gata.
Quizá el porqué sea algo tan distinto a lo que haces ahora que tengas que cambiar tu vida. O quizá no, quizá te baste con hacer lo mismo que haces con una motivación diferente.
Todo será más fácil. Porque no se tratará de una voz en off, eco de mil estribillos ajenos, será tu propia voz, y los movimientos que hagas serán los movimientos de un hombre o una mujer libre y no los de un títere.
Y cuando pintes las grandes líneas de tu vida, cuando tengas los grandes porqués, entonces busca los pequeños. Mira con lupa en tu vida, y decide si las cosas a las que dedicas tu tiempo merecen la pena o son simples sanguijuelas que te chupan la sangre sin darte nada a cambio.
Entonces corta sin piedad, entonces sé esencialista, porque estarás eliminando cosas, no por reducir sin más, sino porque no son importantes y porque deseas tiempo para hacer las cosas que sí son importantes.
En ese momento no necesitarás leer libros sobre felicidad, ni repetir frases bonitas escritas sobre la imagen de una playa paradisiaca. Entonces serás feliz, porque habrás descubierto el porqué que decía Viktor Frankl que servía para soportar cualquier como, el porqué que te puede hacer disfrutar cualquier como cualquier donde y cualquier qué.