Hay muchos errores que llevo cometiendo toda la vida, pero hoy te voy a hablar de uno en el que llevo cayendo durante mucho tiempo, y que creo estar en vías de solucionar.
Nunca intentes convencer a nadie de que no ha actuado bien.
Lo he intentado en muchas ocasiones. Desde mi punto de vista (casi) siempre de manera justificada. Me he acercado a la persona y alardeando de sinceridad le he dicho: “No me ha parecido nada bien lo que has hecho”.
En ocasiones alguien se me ha enfrentado de manera un poco violenta, pero en la mayoría de las ocasiones se han limitado a darme la razón o a no dármela. Yo me he quedado tranquilo, como si hubiera cumplido un extraño deber con algún Dios de la sinceridad. ( Soy consciente al escribirlo de que es un ejemplo de derrota disfrazada de victoria)
Después nada ha cambiado. La persona en el 99% de los casos se ha seguido comportando igual. Quizá en un 1% de los casos ha cambiado durante un breve tiempo y luego ha vuelto a actuar como siempre.
“Lo que mejor predice un comportamiento futuro es un comportamiento pasado”. ( sabio cuyo nombre no recuerdo ahora).
Que alguien cambie por ti es casi imposible.
Recuerda lo difícil que es cambiar un comportamiento que quieres cambiar. Súmale a eso la dificultad de no querer inicialmente cambiarlo. Y añádele de propina el rechazo que te produce cambiar a requerimiento de otra persona. Con ese conjunto de elementos podemos comprender que el cambio es muy complicado.
“Puedes pasarte toda tu vida diciéndole a un conejo que deje de ser el conejo. Al cabo de unos meses, el conejo seguirá siendo un conejo y tú te habrás quedado sin voz”.
La realidad es esta: es casi imposible que una persona cambie de comportamiento a petición tuya.
Seguro que tienes el ejemplo de algún amigo que tiene un defecto que para ti es grave. Quizá se lo hayas hecho ver en varias ocasiones para que cambiara y no lo has conseguido nunca. No lo vas a conseguir, lo único que vas a conseguir es que deje de ser tu amigo, y además enfurecerte cada vez por sus comportamientos.
Recuerdo un ex-amigo que constantemente me ponía alguna excusa a última hora para no quedar. No puedo recordar la cantidad de veces que le afeé la conducta. Años después dejé de ser su amigo, pero con la frustración de haber esperado muchas veces algo más de él.
Mi respuesta para el futuro: 1, 2, Calificación.
Hace tiempo que me cansé de ese tipo de reacciones, así que he optado por un sistema más eficiente.
Lo llamo el sistema de un-dos-calificación.
Si una persona tiene un comportamiento que no me gusta una vez, lo tolero. ( salvo que no me guste nada de nada claro). Todo el mundo puede equivocarse.
Si a continuación ( o sin haber habido antes unos cuantos comportamientos correctos) vuelve a cometer ese error por segunda vez, entonces califico.
Calificar es ponerle un cartel de advertencia imaginario donde diga ” Ojo:….”. Y hay podría incluir “informal”, “impuntual”, “irritante” o cualquier otro calificativo negativo.
Calificar es algo privado. No se lo digo a la persona, y si puedo evitarlo ( admito que no es fácil) tampoco se lo digo a ningún tercero.
Calificar no supone necesariamente excluir de mis amistades. Quizá por algunos de esos motivos excluya, pero hace ya mucho que me he dado cuenta de que todos tenemos nuestros defectos y de que la mayoría son tolerables.
Nunca espero un comportamiento diferente al calificado. Si alguna vez de manera inconsciente lo espero, me corrijo a mí mismo e intento no hacerlo en adelante.
Y como nada es inmutable, si la persona me demuestra que ha cambiado, quito el calificativo.
Imprescindible etiqueta.
No dudo que alguien me saltará con lo de que “no hay que poner etiquetas a las personas” y todas esas cosas. Error. Si no pones etiquetas no podrás conocer nada de nadie, y estarás en una eterna confusión acerca del comportamiento que puedes esperar de ellas. Cuando se comporten como siempre, te enfadarás y se acabará rompiendo la conexión.
Etiquetar es ubicar en el mundo. Saber que esa persona está allí y la otra allá, y hacerte un plano para navegar entre tus relaciones sin que te ahoguen las olas.
Que artículo tan interesante Iván.Las personas que tienen una manera de actuar no la cambian “nunca” y aunque nos empeñemos en hacerles ver que no han procedido bien,el resultado suele ser bastante frustrante.Nos puede parecer que nos han escuchado pero no es así,cuando se les presenta una situación similar,hacen lo mismo.He vivido estas situaciones miles de veces y reconozco que al principio me molestaban bastante.Ahora simplemente las acepto y las considero como una característica más de la persona, a no ser que sea una cualidad grave,en cuyo caso prefiero mantenerla lejos.
Y si, las personas no cambian por petición de uno.Pero,acaso se debe cambiar porque otro lo considere así? Bueno, yo creo que depende mucho de la situación,pero si es para conseguir un bien común,al menos se debe hacer el esfuerzo.El problema es que no todo el mundo está dispuesto a asumir el cambio.
Un saludo
El problema es doble para mí Sandamaya:
1) Es difícil querer cambiar.
2) Es especialmente difícil cambiar si has de hacerlo para otra persona.
3) Aún queriendo cambiar es muy complicado conseguirlo.
Gracias por tu comentario Sandamaya.
Muy interesante.¿Y si se trata,no de un amigo,sino de la pareja? digo….
Virgilio creo que dejar de ser tu mismo sería un error irremediable.Con esto no quiero decir que no se pueda intentar,las personas podemos moldearnos a otras y a veces funciona si hay empeño por ambas partes.El problema,como muy dice Iván,es que aunque se quiera cambiar,es muy difícil conseguirlo ya que eso exige un esfuerzo,a veces tan grande,que,o no se está dispuesto a hacer o no se es capaz de hacerlo.Si eres un rio no te emparejes con un estanque,nunca funcionará.
gracias
Interesante y muy cierto! A mi no me gusta etiquetar pero hay personas que se etiquetan solas con su comportamiento, cambiar con voluntad es difícil, no podemos esperar que los demás cambien si no demuestran el mínimo interés, sean amigos, pareja, vecinos, etc. Por eso hoy las multas por exceso de velocidad, por no usar cinturón o por fumar en lugares públicos, son un gran negocio…Saludos!
Un saludo Diana y gracias por comentar.
Muy interesante. Saludos.
Saludos. Muy bueno.
Gracias Amarilys.
Me gustó. Uno lo sabe por experiencia pero casi nunca lo recuerda y sigue pretendiendo…
Gracias Liliana. A veces las cosas se saben pero ni aún así se aplican.
Me parece bien que nadie cambie por mí de la misma forma que tampoco es mi intención convertirme en el frankenstein de nadie 🙂 pq creo que eso es lo que se consigue cuando intentas por la fuerza o por la pesadez que alguien no sea quien es.Sufrir tú,que sufra la otra persona,hacer un remiendo transitorio de la otra persona e insatisfactorio para ambas partes,para al final volver al punto de partida.
Yo pienso que a quien le guste como soy,bien,que esté a mi lado,y a quien no le guste, caminito y buenos pasos!!!!!
pq al final yo seguiré siendo conejo y tú te habrás quedado sin voz(con tanto insistir erre que erre),jaja,es la pura realidad.