Desde hace mucho tiempo me gusta viajar. No viajar de cualquier manera claro. Lo que me gusta de viajar es la sensación de levantarme y no saber donde iré ese día. Mirar el mapa y ver todas las posibilidades como si fuera un menú gigantesco y con un “ummmm” lento y tranquilo decidir en que pétalo de la rosa de los vientos me fijaré ese día.
Muchas veces he viajado solo. En realidad creo que las únicas veces en que realmente he viajado es cuando he viajado solo. Cuando viajas con otra persona llevas contigo como una burbuja en la espalda el mundo del que vienes. Y entonces ya no puedes realmente estar en otro lugar, por más que estés rodeado de personas de una raza diferente cuyo lenguaje no entiendes.
Un elemento fundamental del viaje para mí siempre ha sido la incertidumbre en el destino, que es lo que convierte un recorrido en una búsqueda en lugar de en la rueda de un ratón.
Pero otro elemento necesario para el viaje, es el retorno. El viajero sale de su vida ordinaria, y tras sumergirse, desnudo y solo en un mundo ajeno, vuelve a su mundo. Si el viajero no vuelve a su mundo deja de ser un viajero y se convierte en un fugitivo. En alguien que no necesita encontrarse sino huir.
Puede que Ulises viajara durante años, pero Ulises nunca consideró el camino su casa, sino que siempre tuvo en su mente Ítaca. Y Marco Polo, que viajó por la ruta de la seda una y otra vez, nunca olvidó que su hogar era Venecia.
Quizá he exagerado un poco. Quizá me sigue gustando viajar pero no creo que sea la solución a todos los males, ni una manera de vivir, ni algo obligatorio. O quizá resulta que estoy saturado de personas que lo dejan todo para encontrarse a sí mismos en el rincón de algún camino.
Si quieres viajar viaja. Pero si es para encontrarte a ti mismo, quizá puedas mirar un poco más cerca.
Hola Iván,
Estupenda reflexión. Y te diré que a mí sí me gusta viajar y mas en el camino que voy trazando. Siempre para alante y aprendiendo, poco a poco, gracias a personas que voy encontrando en él.
Gracias por todo y hasta la próxima.
Gracias por tu comentario Pilar. Y que tengas unos buenos viajes.
Yo disfruto mucho dejándome llevar donde el viento sople…chuparme el indice, levantarlo hacia el cielo y trotar en esa dirección…que sensación!XD
Chu!!
PD: Y si es con un monito al hombro, ya ni te cuento!jajajaja
Vas a parecer Marco, el de los Apeninos a los Andes, jejeje. Que los vientos te sean favorables.
Estoy contigo, Iván. El viaje más largo y más profundo es el que hacemos, si tenemos valor, al interior de nosotros mismos. Aunque a menudo, ¡cómo tira de nosotros la maleta con ruedas! ¡Parece que tiene vida propia! 🙂
A veces el viaje físico es tal vez una vía de escape, un no querer o no poder aventurarnos al viaje interior.
Gracias por tu hermosa reflexión.
El viajar abre puertas al conocimiento y a las culturas…Reconocer lo que no vemos en nosotros, y sobre todo conocer, experimentar
Viajar es una de las maneras en que puedes mirar realidades diferentes, y por tanto cambiar tu mente. Es quizá la manera más sencilla, la que requiere menos trabajo de tu parte. Pero lo realmente maravilloso es ser capaz de cambiar la mirada viendo la misma realidad.