10 cosas que aprendí de mi gato

En la entrada anterior os proponía el juego de las 5 cosas que aprendí de, para mirar cualquier cosa y descubrir 5 ideas que se derivan de ello.

No, mi gata no es esta, pero a que os habéis asustado jajaja.
No, mi gata no es esta, pero a que os habéis asustado jajaja.

Allí os decía que ese juego se me había ocurrido pensando en una entrada sobre las diez cosas que aprendí de mi gato ( que en realidad es una gata). Como lo prometido es deuda y nunca dejo de cumplir lo que prometo ( o casi nunca, tampoco hay que exagerar) aquí os traigo las diez cosas que aprendí de mi encantadora minina.

Pero antes que nada, aquí está mi maestra en su verdadera forma y en su más habitual estado.

 

gata blanca
¿Si los gatos negros traen mala suerte, los blancos la traen buena?

No negaré que está un poco entrada en kilos pero precisamente eso es lo que le da un toque de maestro budista ( mientras no aparezca un cordón de zapato en su camino claro).

Las 10 ideas que la contemplación de mi mini felina me ha sugerido son estas:

1. Estirarse cuando uno se levanta. Quizá sea bastante necesario el no pasar de un estado en el que los músculos están contraídos y parados a un estado en el que estarán en completo movimiento. Quizá es necesario un previo calentamiento mediante estiramientos.

2. Se consiguen mejor las cosas por las buenas que por las malas. Sobre todo cuando tú no tienes la posibilidad de decidir, es mejor que intentes llevarte bien con quien tiene la posibilidad de darte lo que necesitas.

3. Hay que cambiar las actitudes para conseguir tus objetivos. Cuando mi gato maúlla para que le haga caso pero no consigue su objetivo, intenta después frotarse conmigo o lamerme para hacerme cambiar de opinión. Si aún así no consigue que le haga caso, saca la artillería y muerde el cable del ordenador.

4. El cariño no se puede dar por hecho se tiene que racionar para que siga siendo valorado. Si quieres que tu gato te lama, te puedes acercar a él y ponerle la mano cerca del hocico. A veces te lamerá, pero otras no, y cuando lo hace nunca lo hará por un tiempo indefinido. Si lo hiciera siempre seguro que se valoraría menos. Es el principio del que hemos hablado a veces de las recompensas variables.

5. El que no llora no mama. La vida no es justa, hay que admitirlo, pero es mucho más fácil para mi gato que le de de comer o le limpie la arena, si maúlla sin parar hasta conseguir sacarme de quicio.

6. Cuando no estás haciendo nada que merezca la pena, puedes aprovechar para descansar. Esa es la actitud por defecto de mi gata y supongo que de cualquier gato. Si no puede comer ni jugar, ni perseguir algún otro objetivo, cierra los ojos y se echa a dormir.

7. Tener la actuación correcta en el momento exacto puede solucionarte la vida. Cuando mi gata me encontró, lo primero que hizo fue cruzarse entre mis piernas durante varios segundos. Ese momento fue lo que posiblemente le consiguió un “puesto de trabajo” durante el resto de su vida.

8. Tienes que defender tu territorio, pero cuando el enemigo es mucho más poderoso que tú, huir no es una mala decisión. De hecho mi gata lo hace bastante bien, batiéndose en retirada cada vez que viene una visita y no sabe que intenciones tiene.

9. Tienes que intentar parecer más grande y más fuerte de lo que eres de cara al enemigo. Mi gata cuando percibe algún peligro y está a punto de luchar, se infla como si hubiera metido la pezuña en un enchufe y se hace del doble de tamaño del que tiene normalmente. Dejar ver tus debilidades al enemigo suele ser un error.

10. La mejor manera de vivir la vida es concentrándose en lo que estás haciendo en el presente de manera absoluta sin remordimientos ni fantasías.Hay muchas cosas que podría envidiar a mi gata, como no tener que levantarse a una hora determinada, no trabajar, no pagar impuestos, no entender las mentiras de los políticos y no enterarse de cuando pierde el Madrid.

Sin embargo lo que más le envidio no es eso, sino la capacidad de mantener su atención centrada en un detalle absolutamente nimio como el vuelo de una mosca, en un trozo de jamón de york o en   la mano en que simulas tener comida. En ese momento para el gato el mundo se desvanece y no hay nada, absolutamente nada que importe salvo el objeto de su interés. En ese momento lo único que le interesa al gato es como decimos en mi casa “hablar de su libro” es decir lo que tiene en su mínima ventana de atención. Y esa concentración y capacidad de estar enfocada hacia una tarea me maravilla.

 

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9 comentarios en «10 cosas que aprendí de mi gato»

  1. Muy guapa tu gata,¡¡¡¡ la buena vida que se pegan!!!!
    Observarles y aprender de ellos es de lo mejor que podemos hacer,son más racionales que muchos humanos,actúan con mucho más sentido común que nosotros.
    Cuando no la encuentres piensa cual es el mejor lugar donde podría estar en ese momento y allí estará 🙂

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  2. Te confirmo que los gatos blancos traen buena suerte, yo tengo uno y su llegada coincide con eventos de buena suerte. En cambio el otro, que es un terremoto, me ha traído terremotos (por cierto, el terremoto no administra bien sus lametones y me tiene un poco agobiada con el tema del punto 4, y mira que yo valoro un lametón de gato como si fuera el mayor de los regalos, pero hay veces que se pasa toda la noche besándome y me duele su lengua rasposa).

    Yo he aprendido mucho de cada uno de mis gatos. De los de ahora, cosas muy dispares, porque son muy diferentes. Del viejito blanco he aprendido a no alterarme, pase lo que pase. Ponerse nervioso no soluciona aquello que te asusta, así que mejor permanecer quieto y alerta, para tomar las decisiones en cuando haya peligro real, no ante un susto. Del pequeño terremoto he aprendido que siempre, siempre hay motivo para la alegría, que absolutamente todo lo que existe sobre la tierra puede ser objeto de diversión, que de hecho las cosas se han inventado para esta diversión y no para otra cosa.
    Y de todos los gatos en general aprendo y recuerdo que no hay nada mejor que una tarde tranquila, en “manada” dormitando placidamente (humanos y gatos juntos, incluso revueltos).

    Preciosa gata. Lástima de pelos blancos (sobre la ropa), si no fuera por eso sería perfecta.

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    • Los pelos blancos son una maldición. Por las mañanas cuando voy a trabajar tengo que torearla para que se me venga a rozar, porque si no me deja hecho un hombre lobo con traje. Bonita sí es, aunque la verdad me resulta muy difícil encontrar un gato que no sea bonito.Y obviamente mi gata era bastante más bonita cuando vivía en la calle, y aún no se había acostumbrado a comer con tanta frecuencia. Eso sí, ahora, si nos atenemos a los movimientos de su cola, es mucho más feliz.

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    • no los gatos negros no traen mala surte no los blancos buena suerte.a quien se le ocurrio ?yo tube gatitos negros y mala suerte no nos dio.y si les pasa algo malo es por casualidad o por que satan quieren que piensen que los gatos negros traen mala surte

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  3. Mola tu blog.
    Yo tambien tengo un gato budista, me recuerda a menudo que los humanos vivimos bastante mal por cuestiones que son del todo intrascendentes.
    Parece siempre que su actitud tiene un sentido supremo.
    Le falta hablar y lamarme su joven padawan…
    Por cierto, vine a dar con tu pagina buscando información sobre Pareto…estoy estudiando un poco de xls y al final todos los caminos me llevan donde hay gatos budistas…

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    • Gracias Marina. Es gracioso el poder hipnótico que tienen los gatos. Y la manera en que pasan de llegar de la calle a tomar el poder en cualquier caso.
      A veces como están en las casas encerrados no somos conscientes de la cantidad de ellos que hay. Pero luego empiezas a comentarlo y resulta que mucha gente los tiene. Supongo que el futuro es suyo, porque todo el mundo se siente solo en ocasiones y el tiempo necesario para su servicio ( servicio desde ti hacia el gato) es relativamente pequeño.
      Suerte con el budismo y con el xls.

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