En este curso de relaciones sociales estamos viendo la importancia de eliminar todos aquellos obstáculos que impidan que brillen los tres elementos que forman el carisma: la presencia el poder y la calidez.
En capítulos anteriores vimos como actuar respecto a la incomodidad física y con la incertidumbre. En este nos vamos a referir de una manera genérica a todas las emociones negativas y vamos a estudiar la manera de solucionarlas.
¿Qué tipo de emociones negativas son las más habituales?
Además de la incertidumbre, que ya vimos, hay otras emociones que nos pueden alterar mucho, y condicionar nuestro carisma:
La comparación con los demás. Hay algo dentro de nosotros que nos lleva a compararnos con los demás. Y siempre hay una persona que nos aventaja en cualquier cosa que vayamos a hacer. A veces la comparación puede servir de motivación, pero la mayor parte de las veces es un obstáculo.
La duda acerca de nuestro propio valor. Todos, en alguna ocasión, dudamos de nuestra propia valía. Además en muchas ocasiones esta duda se nos presenta en los momentos más inadecuados, cuando hemos de estar a nuestro máximo nivel.
Relacionada con la anterior está la autocrítica. En muchas ocasiones somos nuestro peor enemigo, y cualquier cosa que hacemos, la miramos con lupa buscando los errores.
¿Por qué existen las emociones negativas?
Como en muchas ocasiones me habréis leído, las emociones negativas no existen por alguna maldición antigua. Las emociones negativas tienen la función de conseguir que hagas algo.
Si no tuviéramos autocrítica o dudas, nos contentaríamos con cualquier tipo de acción y no intentaríamos mejorar.
Si no nos comparáramos con los demás, no aprovecharíamos el impulso que eso nos genera.
Si no sintiéramos estrés, no podríamos usar todos nuestros recursos para salir de situaciones físicamente peligrosas.
Lo que ocurre, es que esas emociones están hechas para funcionar en un mundo con muchos menos estímulos y peligros mucho mayores para la existencia que el mundo actual. Por eso hemos de aprender técnicas para evitar saturarnos que nos enseñen cómo gestionar las emociones negativas.
¿Cómo gestionar las emociones negativas?
Siguiendo las ideas de Olivia Cabane Fox, en su libro The Charisma Myth para gestionar las emociones negativas hay que dar varios pasos:
1. Desdramatizar. No pasa nada por tener un sentimiento negativo:
Lo peor de los sentimientos negativos es que nos sentimos mal por tenerlos. Tienes dudas acerca de ti mismo, y dices ¿cómo puedo dudar de mí mismo?. O te comparas con otra persona y dices ¿por qué me comparo con los demás y no me centro en mi mismo?. Surge entonces el sentimiento de la vergüenza, que vendría a ser como la segunda flecha de la que habla el budismo.
Precisamente para desdramatizar el tener un sentimiento negativo y para evitar la segunda flecha, es por lo que muchas veces he defendido la normalidad de la envidia o el egoísmo. En la sociedad actual es frecuente que se maquillen ese tipo de sentimientos, que son mucho más habituales de lo que se suele reconocer.
No hay que olvidar que los sentimientos negativos son normales, y que responden a una necesidad evolutiva. Y que todo el mundo los tiene en ocasiones.
Te puede ayudar el considerar tu crítico interior como una parte de ti que no opera desde la mala intención, sino con la finalidad de protegerte. Quizá si te hace tener dudas es para que no te sientas después mal. Puede que esté equivocado pero tiene un buen propósito.
2. Entender que los sentimientos negativos no son la realidad.
Un sentimiento negativo es una opinión sobre la realidad. Pero una opinión de la realidad no es la realidad. La realidad es otra cosa mucho más rica, y en la mayor parte de las ocasiones los sentimientos negativos son exagerados. Sobre todo es importante que sepas que un sentimiento negativo no es algo que eres, sino un lugar por el que pasas. No eres alguien dubitativo, sino una persona que atraviesa una situación de duda.
Puedes probar según recomienda Cabane Fox a considerar los sentimientos negativos como una pintada que alguien ha hecho en la pared de tu mente. Al igual que puedes ir caminando por la calle y ver una pintada que diga ” Hay que acabar con el capitalismo” o “El punk no ha muerto” y no tienes porque pensar que eso haya de ser necesariamente así, puedes imaginar caminar por tu mente, y ver una pintada que diga ” No vales para esto” y seguir caminando sin verte afectado por ello.
3. Reinterpretar la realidad.
La realidad depende en muchas ocasiones de cómo la miremos. Con solo cambiar un poco la manera de mirarla la realidad cambia de manera radical.
a) Cambio de paradigma.
Un ejemplo claro es lo que Stephen Covey llama cambio de paradigma. Es el cambio de nuestra manera de ver las cosas, que de pronto presenta todo en otra luz. Covey cuenta una anécdota que le ocurrió en una ocasión en el metro.
Covey iba en el metro cuando de pronto subió un padre con varios hijos. Los hijos estaban llorando y quejándose de manera que en pocos segundos el ambiente se hizo insoportable. Los niños lanzaban cosas, gritaban, incluso agarraban los periódicos de otros viajeros. El padre no hacía sin embargo nada. Todo el mundo en el vagón se estaba irritando hasta que Covey intentando no ceder demasiado a su irritación, se acercó al padre y le dijo ” Señor, sus hijos están molestando a mucha gente. Podría controlarlos un poco más?”
El hombre levantó su mirada, como si se hiciera consciente por primera vez de la situación y dijo ” Oh, tiene razón. Supongo que puedo hacer algo. Acabamos de volver del hospital. Su madre ha muerto hace una hora. Yo estoy muy confundido y supongo que ellos tampoco saben como reaccionar”.
Como puedes imaginar la manera de pensar de Covey cambió de inmediato. La realidad es de una manera cuando la miras desde una idea, y distinta totalmente cuando la miras desde otra idea, así que cambiando tu idea básica puedes cambiar la realidad que contemplas.
b) ¿Por qué no cambiar el paradigma tú mismo?
En lugar de esperar a que se produzca alguna cosa que te haga cambiar tu manera de ver lo que ocurre, puedes tú cambiar tu manera de mirarlo directamente.
¿Por qué no pensar lo que sea que necesites pensar para aceptar mejor la situación?
Imagina que de pronto una persona un vecino pasa a tu lado sin saludarte. Puedes pensar que no te ha respetado, pero también puedes pensar ” Tiene un mal día, está agobiado por algo y no se da cuenta”. La reacción que tendrás ante una cosa y ante la otra será totalmente diferente.
c) En casos de cuestiones muy importantes escribe.
Escribir tiene un efecto liberador. Cuando quieras hacer un cambio de mentalidad en algo importante, detente y escribe la nueva visión que quieras tener. Escribe también como quieres que las cosas se desarrollen. Escribir te ayudará a concentrarte y el imaginar como quieres que vayan las cosas, hará que tu mente se relaje.
¿Cómo haces tú para superar los sentimientos negativos?. Me encantaría saberlo.
La anécdota de Covey es muy buena, tiene muchisímo que ver con el tema empatía, es parecida a la que alguien choca contigo en la calle y te giras malhumorado a replicarle y te das cuenta de que la persona es ciega…Por eso yo intento no juzgar a las personas que vienen a la tienda malhumoradas y la suelen pagar conmigo, pienso cuan tristes y amargadas deben de sentirse por dentro para actuar así, creo que detrás de cada persona desagradable tiene que haber un drama terrible.
Yo no tengo, en principio, ningun problema con los sentimientos negativos, los abrazo igual que a los positivos. Todo tiene su equilibrio, al igual que estar siempre super happy no debe ser muy bueno, estar siempre pocho te mata. Los dejo venir, los identifico, disfruto de la sensación que me producen y los dejo ir.
Muy bueno, Ivan!
Yo que soy un metepatas profesional he tenido alguna anécdota bastante peor que la de Covey. Que al fin y al cabo fue muy prudente, virtud que no me suele adornar a mí.