Experimento 1. #ExperimentoOdio. Cómo dejar de odiar las cosas.

Experimento #1. Como odiar menos las cosas.

Ayer vi una película.

Es una película bastante mala. De hecho la dejé a medias. Y la habría olvidado del todo si no fuera por una escena.

La película se llama “el hombre más enfadado de Brooklyn”. Trata de un hombre ( el fallecido Robin Williams)  al que una doctora le dice que le quedan 90 minutos de vida.

La escena que me llamó la atención es la escena inicial. En ella, el protagonista está en un atasco. Mientras ve a un individuo que le resulta repulsivo en el coche de al lado, empieza a repasar todas las cosas que odia en la vida.

Y son unas cuantas.  Muchas. De hecho es una lista que sigue y sigue y sigue durante un buen rato.

Aquí tienes la escena ( en inglés).

 

 ¿Cuántas cosas odias?

Seguramente te suena esta frase: “Si hay una cosa que odio, es…”.

Pero no, no hay una cosa que odias, hay miles de cosas que odias. Las telenovelas de después de comer, los chillidos del niño cuando está enfadado, la gente que se levanta pronto en el cine y no te deja ver los títulos de crédito, los que van de “cool” por dejarse barba, los triunfos del equipo rival, el pelo perfecto de la chica a la que todos miran, el frío de las mañanas de invierno, los encargos de tu jefe cinco minutos antes de que salgas del trabajo, las espinacas, que el gato te llene de pelos cuando vas a trabajar….

Hay un universo entero de odios que te rodea. Y quizá pienses que odiar tantas cosas te hace interesante. Yo a veces lo pienso. Pero no, cada cosa que odias es como una criptonita que te debilita. Algo que cada vez que aparece ((y siempre aparece) termina haciéndote más débil.

Cada cosa que odias es una rendija que dejas abierta y por la que se te puede escapar un poco de felicidad.

Cómo dejar de odiar

Lo que odias y lo que no te gusta.

Hay muchas cosas que no te gustan. No pasa nada. Pero que algo no te guste es muy diferente a odiarlo.

Que algo no te guste es una elección. Ojalá nos pudiera gustar todo en la vida, pero eso nunca va a ser así.

Pero el odio no es eso, el odio es algo más fuerte. El odio añade a ese “no me gusta” una capa de malestar. Una reacción en tu estómago cada vez que la cosa que odias se presenta.

Yo no quiero que me guste todo, pero sí quiero odiar el menor número de cosas posibles.

 

El odio y la ira.

 

El odio puede producir ira. No lo niego. Pero son cosas diferentes. Y aunque la ira tiene mala prensa creo que es necesaria en algunas ocasiones.

Imagina que alguien ataca a la persona que quieres. ¿Querrías sentir ira y defenderla?, ¿o prefieres no sentir nada, sentirte tranquilo, sentir que no hay ningún problema? Yo prefiero sentir ira.

La ira te motiva, te empuja. La ira sale hacia fuera. El odio camina hacia dentro. Llega al centro de tu corazón y lo corroe poco a poco.

 

Cómo odiar menos las cosas: el experimento.

 

Estoy empeñado en encontrar las reglas sencillas que pueden hacer tu vida ( y la mía) más fácil. Y leer está muy bien, pero hay otros caminos para encontrarlas. Y el que quiero probar más  en este blog en el futuro es el de la experimentación.

No quiero decirte “lo que deberías hacer es …”, quiero comprobarlo por mi mismo, vivirlo durante unos días y después, con la mirada del que ha estado en la batalla y vuelve decirte “creo que lo que mejor funciona es..”.

Así que el día 23 de noviembre de 2015, empiezo un experimento, por una semana, para descubrir cómo funciona el odio. Trataré de descubrirme en todas las ocasiones en que odie alguna cosa y suavizar mi reacción. No hablo necesariamente los grandes odios, sino más bien los odios cotidianos que hacen la vida más complicada. Mis reflexiones las recogeré aquí.

Experimento:

Inicio: 23 de noviembre de 2015.

Objetivo: Comprobar cómo superar el odio que siento hacia algunas cosas. Si es posible encontrar unas reglas sencillas que me permitan afrontar en adelante esas situaciones.

Reglas: Estaré atento a todas las ocasiones en que siento odio por algo y a las soluciones que utilizo. Trataré de ver cuáles funcionan y cuáles no, y si es posible el porqué.

Todas las reflexiones sobre el experimento, las tuitearé y las pondré en Facebook con la etiqueta #experimentoOdio.

Si quieres acompañarme en el experimento, y dedicar la semana del 23 a aprender sobre el odio eres bienvenido. Si no, siempre puedes seguir siendo “el hombre más enfadado de Brooklyn”. O la mujer más cabreada de Buenos Aires. Tú me entiendes.

 

—————————-

 

23.11.2015

El primer día del #experimentoOdio no ha estado nada mal.

Es lunes, hacia bastante frío y mi equipo de fútbol favorito había sufrido una humillante derrota el sábado que seguramente me recordarían en el trabajo.

Así que me preparé para los sentimientos de odio que pudiera tener. Odiar los lunes, odiar el frío, odiar que te recuerden algo que no te gusta.

Por suerte todo fue bastante mejor de lo que pensaba. Mi mentalidad al ir a trabajar fue muy positiva, el frío no me afectó, y en el trabajo… bueno en el trabajo tuve suerte porque nadie fue a buscarme las cosquillas.

Al volver a casa, comencé a escuchar un podcast estadounidense de literatura. Un podcast es como un programa de radio grabado que se sube a internet, y suelen ser bastante interesantes. Este sin embargo tenía un problema muy grande. De los seis minutos que duraba los dos primeros y los dos últimos eran de autopromoción.

Al darme cuenta, la frase maldita vino a mi cabeza: “Odio los podcast con tanta autopublicidad”.

Es curioso como el odio ataca a veces en los momentos más insospechados, y por asuntos que tienen muy poca relevancia.

¿Por qué lo odio?

Es normal que no me guste. Que el 66% del contenido sea publicidad disminuye el valor del podcast tanto como para que no merezca la pena escucharlo. ¿Pero odiarlo?

Al ponerme en la piel de la autora del podcast sentí que mi odio disminuía. Si yo fuera ella, posiblemente habría hecho el podcast para descubrir cosas, pero también para promocionar mi web y mis libros. ¿Haría lo mismo que ella? Quizá no, pero puedo entender porque lo hace.

Después de hacer ese ejercicio de empatía, noté como mi odio disminuía. El podcast me defraudó, y posiblemente no lo vuelva a escuchar, pero no produce en mí una reacción tan negativa.

¿Qué lecciones saco del experimento hoy?

  • El odio aparece cuando menos lo esperas
  • El odio puede ser por cosas muy pequeñas.
  • La empatía con los otros puede ser una solución contra el odio.
  • No odiar algo no significa que te guste o que no lo vayas a rechazar.

24.11.2015 

“Los animales no odian, y se supone que somos mejores que ellos.”
― Elvis Presley

Segundo día.

Una de las cosas que suelo odiar es ir al gimnasio. Voy por menos de una hora y hago unos minutos de bicicleta y después máquinas. La bicicleta está bien, pero las máquinas…. Las máquinas me hacen sentir como un burro atado a una noria, pero sin sacar agua.

No me gusta. Sigue sin gustarme, pero intento centrarme en el beneficio que busco. Aún así sigue sin ser suficiente. El beneficio futuro es algo demasiado etéreo como para servir de consuelo. Así que intento centrarme en la sensación de poder. De alguna manera me siento poderoso cuando levanto un peso, aunque para los más avanzados ese peso sea ínfimo. Pero a mí, en mi nivel, me da esa sensación.

Al volver a casa, en mi calle, encuentro un perro suelto. Lo veo muchos días. Es el perro de un vecino que tiene una casa unifamiliar y que en lugar de sacar el perro a pasear, deja la puerta abierta. El perro camina como un alma en pena por la calle sin bozal alguno.

Esa sensación de odio es bastante intensa. En ocasiones pienso que sería capaz de coger al dueño ( al que conozco remotamente) y ahogarlo con mis propias manos hasta que jure no volver a dejar el perro suelto. Intento ponerme en la situación del dueño del perro. Me imagino yendo a trabajar y pensando  “qué pesadez pasear al perro, mejor lo dejo suelto”. Me siento un poco mejor. No te voy a engañar, solo un poco mejor. Llevo mucho tiempo deseando hablar con ese hombre, y lo he ido dejando pasar, por pereza, por creer que no servirá de mucho y porque es difícil encontrarle en casa. Pero he decidido que lo haré, hablaré con él y le diré que su comportamiento no es tolerable. Pensar que voy a hacerlo me hace sentir un poco mejor, pero no puedo decir que haya superado ese odio del todo.

Por la tarde el niño grita como un alma condenada al infierno. Quien tenga hijos sabe perfectamente a que me refiero. A veces pienso si estará poseído por el demonio. No odio al niño claro, pero sí puedo odiar los gritos. Intento no hacerlo. De nuevo me pongo en su lugar. Todo es grande, nada depende de él, solo tiene un arma para conseguir sus fines y la usa como puede.

Por la noche voy a jugar al fútbol. Hay algunas burlas por el resultado del otro día. Lo aguanto bastante bien. Estoy contento: la preparación me ha servido. Sin embargo al final del partido, cometo un error y alguien me lo recrimina. Suelo odiar que alguien me diga que me he equivocado, especialmente cuando el resto del partido he jugado bastante bien. Me ha pillado sin preparación y me ha irritado bastante. Pienso en que no quiero odiar las cosas y me relajo un poco.

Lecciones de hoy:

  • Convendría pensar en las situaciones que se repiten con más frecuencia en un determinado entorno y prepararme mentalmente para ellas.
  • Odio muchas cosas. Es cierto que al fijarme en los odios quizá tenga el peligro de pensar que mi vida es peor de lo que es.
  • Ponerse en el lugar de la otra persona siempre ayuda, aunque no siempre basta para eliminar el odio.
  • Neutralizar todo el odio no es una tarea fácil, pero reducirlo parece posible haciendo un trabajo específico para ello.

Seguiré informando.

25.11.2015

 

Un día complicado. Es mi cumpleaños. Y no son precisamente pocos los años que cumplo. Es difícil odiar nada cuando tanta gente a la que quieres se preocupa por ti.

Lección del día: tener contacto positivo con los demás hace que te pares menos a odiar otras cosas.

 

 

26.11.2015

Hoy ha sido un día duro en el trabajo. Tratar con el público tiene estas cosas. La mayor parte de la gente es agradable y te hace sentir bien, pero hay una minoría que es más que capaz de hacerte la vida imposible.

Justo antes de comer tuve uno de esos. Uno de los que cuestiona todo, discute todo, y no da su brazo a torcer. Sentí odio. Entonces recordé el experimento. Me estoy dando cuenta de que el experimento es más un intento de no odiar que un simple darme cuenta de los odios que siento. Y quiero que sea así.

El hombre tenía una situación complicada. Era un inmigrante con una deuda muy grande, un piso que valía bastante menos del dinero por el que lo había comprado y un divorcio muy reciente. Eso desde luego no justifica su mala educación, pero sí sirve de atenuante. De nuevo compruebo que puedo odiar menos sin justificar la conducta. No quiero justificar todas las conductas.

Al final de la conversación me pongo duro. Llevaba muchos minutos aguantando, y el hombre parecía empeñado en hundirme el experimento. Sentí odio por un breve momento. Luego el hombre cedió. Quizá la dureza era necesaria después de un rato. Después de haber cedido, intento ayudarle para que tenga una salida más digna. Le miro a los ojos e intento sentir aprecio por él. Lo consigo. Al menos un poco, al menos un rato.

Después de comer, de nuevo un cliente enfurecido. Y otra vez sin que hubiera hecho nada para merecerlo. Al menos este era mucho más capaz de mantener las formas.

Cuando trabajas como autónomo, los días complicados son los que más rendimiento te dan. Puedes pensar en que no tienes descanso, o puedes pensar que será uno de los días que te salve económicamente el mes. Aunque no lo creas, no siempre soy capaz de seguir la segunda vía. Hoy, no sé si será por el experimento o porque estoy de buen humor sí soy capaz.

 

Lecciones del día:

  • No odiar no significa no poder elegir como opción ser duro. A veces mostrarte enfadado es un recurso más en la negociación. No quiero renunciar a él.
  • Empatía, empatía, empatía. Ponerte en la posición de los demás es el arma secreta contra el odio.
  • Curiosamente preocuparme por los demás me hace sentir menos odio.

El informe final del experimento lo puedes leer aquí.

Si te gusta esta entrada no la copies, compártela en tus redes mencionando el origen. Muchas gracias

6 comentarios en «Experimento 1. #ExperimentoOdio. Cómo dejar de odiar las cosas.»

  1. Cómo siempre me sorprendes, sé lo que odio y trabajo para serenarme es difícil a veces pierdo batallas pero cada día vuelvo a empezar, mis hormonas me hacen trampa pero el saber cada vez más de mi ayuda. Graciasss

    Responder
  2. La idea es genial, y reconozco que la película no la he visto. Pero creo que el odio (sin llegar a la ira) es un indicador magnífico de aquellas cosas por las que debemos luchar en contra. Pongo un ejemplo.

    Yo odio que el vecino haga ruido. Es algo que descubrí hace años. Simplemente no puedo concentrarme ni trabajar si los ruidos se suceden de forma regular. Gracias a ello, llevo años escuchándolo todo con auriculares, no poniendo el microondas, la lavadora o el lavaplatos a altas horas de la noche o moviendo los muebles (sillas, mesas) con el máximo cuidado posible.

    Saber lo que odiamos, y detectarlo, me parece básico para poder hacer que el resto de personas se sientan cómodas 🙂

    Responder
    • Detectar lo que nos altera es un paso muy necesario. Yo quiero descubrir si es posible obtener la información de la que hablas, poder utilizarla, pero además neutralizar la influencia negativa de esas situaciones si llegan a producirse. ¿Es posible? No lo sé, iré informando.

      Responder
      • IVÁN, buenos días, no logro bajar la Guía de Como dejar de ser infelices para siempre, ya me suscribi, ya lo compartí en Google+ y nada, ¿me puedes decir como puedo obtener la liga de descarga?

        Saludos.

        Eliseo

        Responder
  3. Buenas noches!
    Creo que es muy interesante tu experimento. .. pero estoy convencida que, sólo con el hecho de poner atención en lo que acontece, el odio se reduce.
    Como bien dices: El odio llega cuando menos te lo esperas!
    Si lo esperas, no llega.
    Dicen los cuánticos que tiene que ver con el observador y la naturaleza de lo observado.
    Osea: a mayor atencion, menos odio y más felicidad.
    BE CONSCIOUS MY FRIEND! 😉

    Responder
    • Esa es una de las cosas que estoy comprobando Virginia. El hecho de estar atento disminuye bastante la sensación de odio. Quizá una de las raíces del odio y de otras sensaciones negativas es precisamente la falta de consciencia del momento presente. Sin embargo no es nada fácil ser consciente del momento presente, así que quizá eso también requiera un experimento futuro. Un saludo y gracias por comentar.

      Responder

Deja un comentario