Fue el otro día. En una de esas tiendas de baratijas con una vaca en la puerta que imitan a los almacenes chinos. Los productos son tan malos como en los chinos, pero las tiendas tiene un toque de glamour.
Paseaba la mirada por una estantería llena de tazas con citas de motivación. Casi todas las frases eran muy blandas, de esas que yo llamo de Facebook, hechas de palabras unidas sin sentido para simular profundidad.
Entre todas las citas de las tazas una me resultó particularmente desagradable. Su frase era: “Piensa menos, vive más”.
Si hay una cosa que creo que no necesita hacer la mayor parte de la gente es pensar menos.
Sócrates dijo que “una vida sin examen no merece ser vivida”. Una vida sin pensar acerca de ella no es una vida. Pero Sócrates hace mucho tiempo que murió y sus ideas ( y las de su discípulo Platón) ahora sí están de verdad en alguna caverna oscura mientras las calles son invadidas por mensajes blandos y facilones.
Otro día escribiré acerca de la batalla que en los tiempos modernos se libra contra el pensamiento, y de cómo se nos vende que el pensamiento es malo y el sentimiento es bueno. Pero hoy quiero contarte otra cosa.
Hoy quiero hablarte de las maneras de pensar. Porque con mensajes simplistas o sin ellos, es cierto que muchas veces has oído aquello de “piensas demasiado”.
Tres formas de pensar
En un sentido general, pensamiento es todo aquello que produce el cerebro mientras estás despierto, frente al sueño que es lo que produce cuando estás dormido.
Pero en ese concepto tan amplio de pensamiento se pueden distinguir tres tipos de pensamiento:
1.El pensamiento circular u obsesivo.
Es lo que ocurre cuando no puedes evitar preocuparte de algo. Una preocupación es algo que haces antes de ocuparte de algo. Antes de afrontar un problema, le das vueltas. No llegas a ningún lado, porque caminando en círculo no puedes llegar a ningún lado. >> Si quieres eliminar tus preocupaciones lee esta entrada.
2.El pensamiento vagabundo.
Es lo que pasa cuando dejas tu mente libre. La mente es como un mono que se ha tomado cinco tazas de café: no puede parar. Salvo que seas un maestro zen, cuando no haces nada tu mente estará dando paseos al azar.
Ese pensamiento vagabundo no se da por azar, tu sistema nervioso está constantemente procesando, reconfigurando y reconectando billones de conexiones en tu cerebro en cualquier momento. Es lo que se llama actividad neuronal ambiental (“ambient neural activity”). Incluso cuando está en calma, un cerebro parece un planeta con tormentas eléctricas en muchos lugares al mismo tiempo.
Si antes has alimentado tu mente de ideas, puede que hasta consigas tener algún momento Eureka. >> Si quieres saber cómo maximizar las posibilidades de tener ideas brillantes lee esta entrada.
3.El pensamiento dirigido. Es cuando utilizamos el cerebro voluntariamente para llegar a algún objetivo. Es el pensamiento propiamente dicho.
Aunque las tres formas de pensamiento son muy diferentes, salvo que tengamos un gran control sobre nuestra mente es posible que pase de un tipo de pensamiento a otro sin parar.
El pensamiento dirigido
La forma superior de pensamiento es el pensamiento dirigido. Tenía un amigo con mucho dinero. Una vez me dijo que el mayor secreto de su éxito es que todos los días dedicaba al menos diez minutos a pensar. Se sentaba y estaba diez minutos al menos pensando en cómo conseguir sus objetivos.
Parece muy sencillo sentarte a pensar en algo concreto. Pero no es nada fácil. Te sientas y en cuanto te das cuenta tu mente se ha ido a dar una vuelta por tus fantasías y temores y se ha desviado del camino. Mi amigo era un gran jugador de ajedrez. He observado a lo largo de mi vida que las personas que juegan al ajedrez tienen más facilidad para pensar intencionalmente. Supongo que están más entrenados, porque en el ajedrez han aprendido a hacerlo. Si ellos han podido aprenderlo, tú también.
Problemas para pensar: Cómo pensar sin desviarte
Para eliminar tus problemas para pensar y desviarte lo mínimo de tu meta, ten en cuenta estos pasos:
- Márcate un objetivo. El objetivo ha de ser lo más concreto posible ( Por ejemplo si te vas a casar el objetivo es mejor que no sea “voy a pensar acerca de la boda”, sino “voy a pensar acerca de qué prefiero de segundo plato del banquete”). El objetivo tiene que ser uno y no varios. Solemos tener varias cosas en la cabeza y a veces las queremos hacer todas a la vez. Elige una y comprométete con esa durante un tiempo.
- Ten claro por qué quieres pensar en eso. Hacer un esfuerzo es más una cuestión de tener un motivo ( fuerza del porqué) que de fuerza de voluntad.
- Establece unos pasos intermedios que te lleven a ese objetivo. (Por ejemplo: voy a decidir si quiero carne o pescado, si me voy a gastar mucho o poco, y luego el plato concreto que vamos a poner).
- Elimina las distracciones. Deja lo de pensar en mitad del metro para cuando estés más avanzado.
- Fíjate un tiempo mínimo y máximo para pensar. El mínimo impedirá que te vayas antes de hora. El máximo te hará más fácil aguantar porque sabes que es solo por un rato. No seas demasiado ambicioso al principio. Es un hábito, y como todo hábito requiere dar pequeños pasos.
- Usa un mecanismo de seguridad que impida que tu mente eche a volar. Pensar intencionadamente es como caminar cuando hay un huracán cerca. Si no tienes cuidado, es posible que acabes saliendo volando. El mejor mecanismo de seguridad que conozco es el papel. Cuando vas escribiendo o dibujando acerca de lo que estás pensando, tu concentración aumenta y es más difícil que te distraigas. Y no, no es igual hacerlo en digital, escribir en papel hace que retengas más que si escribes en una pantalla (estudio).
Vive más, pero vive pensando.
No has entendido la frase. El pensamiento no es vida, la vida está en el momento presente. El pensamiento es tiempo, el tiempo no existe.