El otro día aprendí una lección muy interesante acerca de cómo afrontar el trabajo para sentirte mejor haciéndolo en lugar de sufrirlo. Iba caminando por la calle con mi hijo. De pronto, empezó a gritar: “Ana María, Ana María”. No entendí que pasaba, así que le pregunté. Emocionado me dijo “Es Ana María mi anterior profesora”. En cuanto se abrió el semáforo que nos separaba de ella, mi hijo salió corriendo a abrazar a su antigua profesora.
Estuve un rato hablando con la profesora, comentándole lo bonito que tenía que ser para ella ver que sus antiguos alumnos ( les pasa lo mismo a todos) tienen esa reacción cuando la ven.
Ella me dijo que le llenaba sentir ese cariño en sus alumnos y que ella los quería como si fueran sus hijos. Es una profesora única, que desde el primer día nos dijo que estaba operativa en cualquier momento de la semana, incluyendo festivos, para cualquier problema que hubiera.
Me dijo algo que me hizo reflexionar:
“Siempre he querido estar disponible constantemente. Podría habérmelo planteado de otra manera, dedicarle veinte horas semanales y hacer como hace muchísima gente que solo quiere quitarse los problemas de encima, pero si lo hubiera hecho no habría gozado el trabajo sino que lo hubiera sufrido. “
El trabajo como un sufrimiento
Desde siempre hemos considerado el trabajo como un sufrimiento. De hecho, las ocasiones en que se ha afirmado otra cosa suelen ser como una burla. En la entrada del campo de concentración de Auschwitz había un cartel que decía: “Arbeit macht Frei” ( el trabajo libera)
Si consideramos el trabajo como una carga, llegaremos a la conclusión de que cuanto menos trabajo tengamos mejor. Pero podemos tener otra perspectiva. El trabajo, si se hace de manera superficial, es una carga. Sin embargo si el trabajo se hace de manera intensa y apasionada, puede ser una vocación y una fuente de placer.
Y no importa el trabajo que estés haciendo. Puedes ser un barrendero y barrer como Miguel Ángel.
Pero ¿cómo conseguirlo?
Es demasiado optimista pensar que vale simplemente con dedicar más tiempo al trabajo. Puedes tirarte muchas horas trabajando y seguir sintiéndolo como una carga. Se necesita un cambio de paradigma.
Cómo afrontar el trabajo
La mejor manera de afrontar el trabajo es poner la mirada en ocasiones en la distancia. No en las dificultades que tienes que afrontar sino en el objetivo final más amplio posible. Como en el cuento de los obreros que hacían una catedral que relate en otra entrada , si tienes que poner ladrillos en una catedral, te sentirás mejor si sientes que lo haces para adorar a Dios, en lugar de simplemente matándote a trabajar.
Si eres profesor te sentirás mucho mejor si sientes que estás ayudando a que unos niños lleguen a su máximo potencial, que si piensas simplemente en las molestias que esos niños ( o sus padres) te crean cada día.
La fórmula sería por tanto no mirar a las dificultades inmediatas sino en el objetivo más elevado posible, en lo que constituye tu misión.
Quizá seas afortunado y tu misión la tengas clara desde el principio. Puedes ser el obrero que cree en Dios y hace la catedral. Pero también puede ser que tu misión no la tengas clara y que la tengas que construir. No pasa nada. Tú puedes crear tu porqué. Y como decía en otra entrada empieza con el porqué
Eso mismo es lo que dice Simon Sinek en su famoso libro Empieza con el porqué.
No deja de ser una aplicación de lo que vimos en otra entrada.