Ya vengo desde hace tiempo observando una tendencia de volver la atención a las pequeñas cosas. Por eso quiero contaros aquí mi hipótesis sobre la vuelta a las cosas pequeñas.
¿De dónde saco esta idea?¿Por qué ocurre esto?
Un ejemplo es el minimalismo. Después de una época de excesos ha llegado la crisis. Y no sólo la crisis económica. Después de una época en que el consumismo estaba desmadrado, ha llegado como una resaca el minimalismo, la renuncia voluntaria a acumular no solo objetos sino también sensaciones y estímulos. Cuando el bolsillo, el cuerpo y el alma se han estirado demasiado y se encuentran agotados, la vuelta a la esencia es como una manera de reagruparse y sobrevivir.
También ha llamado mi atención un fenómeno aparentemente diferente pero que también creo bastante relacionado: el auge de la fotografía macro. No soy experto ( ni muchísimo menos) en fotografía, pero sí estoy acostumbrado a buscar imágenes para las entradas de mi blog, y últimamente observo que gran parte de las fotos son fotos de las llamadas macro: fotos que convierten una cosa ínfima en el centro de la imagen.
Aquí tienes un ejemplo:
El otro día, veía una serie de televisión bastante interesante ( Utopia) y me sorprendió como la cámara se centraba en las partículas de polvo en suspensión, y después en el brazo bastante desgastado de un sofá. Por todos lados en esa serie ( visualmente muy atractiva) he descubierto colores que se asocian en gamas limitadas. En un plano todo tiende al verde, en otro todo tiende al naranja. Siempre de una forma coordinada y sin estridencias.
Tiempos de resaca.
La primera década del milenio fue una década tendente al exceso en todo. Ruido, consumo, locura. Recientemente vi en el cine “El lobo de Wall Street”, que puede ser exagerada, pero que refleja ( como muchas otras películas) una época en la que el fraude, los excesos, y el hedonismo reinaban en la sociedad.
No todos estábamos en Wall Street, pero todos vivimos esos años, y cada uno en su escala, fue posiblemente más allá de lo acostumbrado.
Saturación de experiencias.
En una época en la que nadie quería quedarse atrás, todo el mundo buscaba vivir consumiendo al máximo. En España mismo, cualquier persona viajaba por lo menos una vez al año, comía en restaurantes de una cierta categoría una vez por semana, y salía del supermercado de turno con una televisión enorme cada vez que tenía oportunidad.
El que era pobre vivía como si fuera de clase media, el de clase media como si fuera rico, el rico como si fuera multimillonario, y el multimillonario,como si fuera un pequeño dios que pudiera comprar todo.
Es cierto que la crisis acabó con la posibilidad de hacer todo eso. Pero también es cierto que existe una cierta saturación de experiencias. El afán por llegar cada vez a algo más intenso nos ha llevado a quedarnos sin nada nuevo que llevarnos a la boca.
Es sintomático lo que ocurre con los paisajes. Cuando las pirámides de Egipto están en todas las fotos de Facebook, cuando la muralla china sale en cada anuncio de bebidas, cuando puedes ver en Pinterest mil fotografías de un lago de color rosa en África que no sabías que existía, entonces te das cuenta de que no puedes llevar tu mirada más lejos.
Es el momento de mirar hacia dentro. De meditar, de reducir los estímulos, de respirar el aire puro, de caminar siendo plenamente presente. También es la época de hacer fotografías de cosas muy pequeñas, y recordar así que lo que realmente merece la pena, no tienes que buscarlo lejos de donde estás.
Disfrutemos pues, igual que disfrutamos antes de los excesos, de la vuelta a las cosas pequeñas.
Qué razón tienes Iván!
No solo hemos vivido consumiendo al máximo y por encima de nuestras posibilidades sino que creo que vivimos demasiado rápido. Corremos para llegar a trabajar ( el que tiene trabajo), corremos para dejar a los niños en el cole ( el que tiene niños claro), para recogerlos, para hacer la compra, para llegar a tiempo a esa cita con amigos… Siempre corriendo!!
Se nos pasa la vida… Y nos olvidamos de “saborearla”. Creo que hay que obligarse a buscar todos los días un rato aunque sea cortito y hacer una pausa. Parar y respirar!!!
Tu post me ha llevado al que hace unos meses escribiste sobre meditar caminando ( fantástico, por cierto) y me están entrando ganas de salir a la calle a dar un paseo. Lo pondré en práctica y caminaré… pero despacito…disfrutando de la vida…
Un abrazo,
Ana
Muchas gracias Ana. Te agradezco la lectura, el comentario y la relación con el post ese que mencionas. Ser conscientes del valor de cada segundo es ser conscientes del valor de la vida. Un abrazo.
No puedo por menos que darte la razón, es una explicación plausible al fenómeno de saturación y hartazgo que soportamos cada cual, quizás eso mismo explique mi propia evolución que estoy compartiendo en mi blog en la serie de artículos que titulo: Fe de vida.
Un saludo
Es siempre lo mismo, saturación y luego reducción. ES como si hubiera algo dentro de nuestra naturaleza que nos llevara a ello.